Fa temps que no escric cap entrada que parle de mí, de com em van les coses, de tot un poc... i hi ha gent amb qui fa temps que no parle, ni envie mails i potser utilitza el meu blog per a saber de mí.
Primer volia parlar un poc de "perdimos el tren". M'alegra que molta gent m'haja dit que li ha agradat, perquè és una història escrita en una estona, sense pensar, sense aprofundir i que a mi mateix no em feia molta gràcia. Així que gràcies als que comenteu, i m'agradaria que em fereu també alguna crítica, que si no em crec algú i em doneu ales per a continuar escrivint, cosa que per altra part, crec que mai deixaré de fer.
Em sorprén que el personatge de Laura caiguera tant malament, perquè no era la meua intenció, i això em fa pensar com de diferents som tots. Sempre passa quan presentes un monòleg nou, que l'acudit que tu penses que ho va a petar acaba sent un "ni fu ni fa" i una parida tonta que has posat per omplir acaba sent la favorita del públic, em fa molta gràcia que sempre passe així...
Parlant de monòlegs és una de les coses que tinc per a presumir. Fa unes poques setmanes vam guanyar el primer premi del concurs del Hollywood ací a Burriana, i a part dels diners, que venen de categoria quan estàs parat, et queda la sensació del treball ben fet. Esta clar que teniem l'avantatge de jugar a casa, però si no fas riure no guanyes, ni tens legions de seguidors...El tàndem que formem el meu germà i jo és ben curiós i supose que funciona perquè hem passat moltes hores junts, hem begut de les mateixes fonts d'humor i a nosaltres si ens fan riure els mateixos acudits.
Pel que fa a la vida social, vaig fent. Tinc clar que no puc eixir tant com l'any passat a Dresden, i que els meus temps de viure a València i tindre festes sovint també s'han acabat. I no és tant pels diners com per les oportunitats i per la gent que m'envolta. No és tan fàcil fer bons plans, i barats, i moltes voltes per a eixir i no passar-ho tant bé, ú prefereix quedar-se en casa. Per sort tampoc és impossible, i he passat unes Pasqües genials amb la visita de Alba i Ali, vaig anar al concert de l'aniversari del Terra, que quedarà en la memòria com una gran nit, he tingut alguns sopars al poble amb els colegues certament divertits, es fa allò que es pot.
I la meua principal preocupació i ocupació és, com no, trobar feina. La situació d'atur s'ha allargat en el temps molt més del que esperava, no sé si tenia massa optimisme o les coses han empitjorat últimament, però és ben cert que no trobe feina i que les perspectives de trobar-la inmediatament són escases. Algun dia, en algun lloc (guiño guiño) algú sabrà veure les qualitats que sense dubte tinc i a més d'apreciar-les les necessitarà i eixe dia em contractaran. Mentre eixe dia aplega, no puc fer més que seguir formant-me, estudiar alemany, intentar ocupar el temps lliure en activitats profitoses i continuar buscant sense pausa...i en això estem.
viernes, 29 de abril de 2011
martes, 12 de abril de 2011
Perdimos el tren (el desenlace)
03:29
Y allí estaba, besándole, porque será perfectito, y un chulo, y no es loco, pero es muy guapo, y es sincero, y me quiere. A lo mejor no es el tipo que había imaginado para mí, pero le quiero yo también, y si algo he hecho mal este tiempo ha sido intentar cambiarle.
Porque yo sé que a Simón nunca se le dieron bien los discursos, que eso no lo había podido pensar, que se hubiera aturullado, que eso lo ha dicho de carrerilla, porque lo siente, porque lo ha dicho con el corazón.
La verdad es que había perdido muchas cosas, pero aun así, si hago el balance creo que he ganado, porque con Simón soy feliz, Valencia es una ciudad maravillosa, y su sol me llena de vida.
Eso sí, prometo que si algún día, dejo de ser libre, si algún día al boludo de Simón se le ocurre, cortarme las alas lo más mínimo, es que lo dejo, lo abandono, me marcho a la Argentina si hace falta, lo tengo claro. Y mientras ya estaba pensando otra vez en dejarle, chilló:
-“¿Aquel no es Martín?” Y yo creí que no lo era, porque estaba en una esquina de la estación, tumbado, sucio, pero cuando volví a mirar, vi también a Sandra, y a Carlos, mis tres mejores amigos de Frankfurt.
Y fui corriendo hacia ellos, y cuando se dieron cuenta que era yo, ya me tenían encima. Estaban completamente dormidos, y juntos reímos, y chillamos, y armamos tanto escándalo, que hasta los guardias de seguridad nos llamaron la atención.
Y aunque Martín tiene muy mal despertar, casi tan malo como Sandra, no se enfadaron, porque se alegraban de verme, y allí pasamos las horas, y subimos juntos al tren, y Martín se cagó en Chávez, como siempre, y él y Carlos cantaron ballenato, y Sandra me puso al día de todos los cotilleos de Frankfurt, y me hizo reír, porque Sandra, es la andaluza que siempre me hace reír, aunque a veces no le entienda ni media palabra.
Y presenté a Simón y Carlos, que no se conocían, porque cuando Simón estuvo en Frankfurt, Carlos, había vuelto a México y me alegré tanto de verles, que me olvidé de todo. Ellos también iban hacia Munich y también se habían quedado tirados y dormían despreocupados, porque eran locos, y les adoraba.
Los minutos pasaron rápidos, y el tiempo que unas horas antes pasaba lento, ahora daba pasos de gigante, y veía como Simón se reía con mis amigos, y estaba feliz. En ese momento me di cuenta que mi vida no había cambiado tanto, no había perdido a mis amigos, y estaba exactamente en el mismo lugar en el que estaría aunque no hubiera conocido a Simón.; estaba más limpia, en lugar de llevar mochila llevaba maleta, iba a dormir de hotel y no a improvisar como ellos, pero estaba en el mismo sitio, en el mismo momento.
Se hicieron las seis, y ya en el tren, con los primeros rayos de sol entrando por la ventana, reí, con cualquier tontería que contaba Martín o con las expresiones de Sandra, qué más daba, reía porque era feliz, porque en ese vagón, estaba lo poco que tengo en la vida: mis amigos y Simón, y estábamos juntos, y felices.
10:48
Nos despedimos de los amigos de Laura, prometiendo que nos encontraríamos en las carpas al mediodía, y nos dirigimos a nuestro hotel en Augsburg.
La verdad, es que son gente muy maja, locos, como Laura, pero nobles, y sinvergüenzas, tanto que no les importa cantar en los trenes, ni invitar a las ancianas a bailar la conga. Me hicieron reír, y olvidarme por un rato de mi imagen, de mis complejos, de mis estupideces. Y viéndoles, me di cuenta que siempre se ha de hacer lo que a uno lo que apetezca, y que no importa que todo un vagón de tren te tache de loco.
Y ellos nos invitaron a comer jamón, que traía Sandra, y a beber cervezas y vi a Laura tan feliz, que por primera vez, me alegré de haber perdido ese maldito tren.
Teníamos pensado descansar dos horas, y así lo íbamos a hacer, pero antes, Laura tenía algo que decirme:
-“En verdad, no tenés tanta memoria”.
-“¿Por qué lo dices?”
-“Porque no te acordás de como nos conocimos”.
-“¿Cómo que no?, claro que me acuerdo, en la cola de los baños, en la carpa de Hofbräuhaus, me acuerdo como si fuera hoy”.
-“Si, eso sí, pero no sabes porque estaba allí”
-“Bueno, estabas con Martín, su otro amigo venezolano, ¿Cómo se llamaba?...
-“Raúl”.
-“Si eso, Raúl, y un grupo de alemanes también.”
-“Si, pero no has dicho porque estaba allí”.
-“Estabas como todos, supongo, para divertirte, ¿Por qué ibas a estar si no?”
-“Estaba allí porque el día antes, perdimos el último tren, y dormimos en la estación, y volvimos al día siguiente a las carpas y te encontré”
-“Tu sueles tener suerte cuando pierdes un tren” Dije con la más pícara de mis sonrisas. Ella hizo su típica mueca, de reproche, ya que eso para ella era una chulería, y odia mis chulerías. Sin inmutarse, siguió hablando:
-“Y me quedé los tres días que ibas a estar tu, mis amigos se fueron, y no me importó, porque vi algo en ti, en tus ojos que me dijo que me tenía que quedar”
-“No me dijiste que tú también te tenías que haber ido.”
-“No te lo dije, porque no me importaba. A la gente que es como yo no le importa tanto lo que tiene que hacer sino lo que siente que tiene que hacer, y a veces perdemos trenes." – Sonrió y sonreí.-“ Me conociste así, y así me has de querer”.
-“Y así te quiero”.
Y estuvimos dos horas en el hotel, pero no dormimos nada, ni falta que hizo.
Y allí estaba, besándole, porque será perfectito, y un chulo, y no es loco, pero es muy guapo, y es sincero, y me quiere. A lo mejor no es el tipo que había imaginado para mí, pero le quiero yo también, y si algo he hecho mal este tiempo ha sido intentar cambiarle.
Porque yo sé que a Simón nunca se le dieron bien los discursos, que eso no lo había podido pensar, que se hubiera aturullado, que eso lo ha dicho de carrerilla, porque lo siente, porque lo ha dicho con el corazón.
La verdad es que había perdido muchas cosas, pero aun así, si hago el balance creo que he ganado, porque con Simón soy feliz, Valencia es una ciudad maravillosa, y su sol me llena de vida.
Eso sí, prometo que si algún día, dejo de ser libre, si algún día al boludo de Simón se le ocurre, cortarme las alas lo más mínimo, es que lo dejo, lo abandono, me marcho a la Argentina si hace falta, lo tengo claro. Y mientras ya estaba pensando otra vez en dejarle, chilló:
-“¿Aquel no es Martín?” Y yo creí que no lo era, porque estaba en una esquina de la estación, tumbado, sucio, pero cuando volví a mirar, vi también a Sandra, y a Carlos, mis tres mejores amigos de Frankfurt.
Y fui corriendo hacia ellos, y cuando se dieron cuenta que era yo, ya me tenían encima. Estaban completamente dormidos, y juntos reímos, y chillamos, y armamos tanto escándalo, que hasta los guardias de seguridad nos llamaron la atención.
Y aunque Martín tiene muy mal despertar, casi tan malo como Sandra, no se enfadaron, porque se alegraban de verme, y allí pasamos las horas, y subimos juntos al tren, y Martín se cagó en Chávez, como siempre, y él y Carlos cantaron ballenato, y Sandra me puso al día de todos los cotilleos de Frankfurt, y me hizo reír, porque Sandra, es la andaluza que siempre me hace reír, aunque a veces no le entienda ni media palabra.
Y presenté a Simón y Carlos, que no se conocían, porque cuando Simón estuvo en Frankfurt, Carlos, había vuelto a México y me alegré tanto de verles, que me olvidé de todo. Ellos también iban hacia Munich y también se habían quedado tirados y dormían despreocupados, porque eran locos, y les adoraba.
Los minutos pasaron rápidos, y el tiempo que unas horas antes pasaba lento, ahora daba pasos de gigante, y veía como Simón se reía con mis amigos, y estaba feliz. En ese momento me di cuenta que mi vida no había cambiado tanto, no había perdido a mis amigos, y estaba exactamente en el mismo lugar en el que estaría aunque no hubiera conocido a Simón.; estaba más limpia, en lugar de llevar mochila llevaba maleta, iba a dormir de hotel y no a improvisar como ellos, pero estaba en el mismo sitio, en el mismo momento.
Se hicieron las seis, y ya en el tren, con los primeros rayos de sol entrando por la ventana, reí, con cualquier tontería que contaba Martín o con las expresiones de Sandra, qué más daba, reía porque era feliz, porque en ese vagón, estaba lo poco que tengo en la vida: mis amigos y Simón, y estábamos juntos, y felices.
10:48
Nos despedimos de los amigos de Laura, prometiendo que nos encontraríamos en las carpas al mediodía, y nos dirigimos a nuestro hotel en Augsburg.
La verdad, es que son gente muy maja, locos, como Laura, pero nobles, y sinvergüenzas, tanto que no les importa cantar en los trenes, ni invitar a las ancianas a bailar la conga. Me hicieron reír, y olvidarme por un rato de mi imagen, de mis complejos, de mis estupideces. Y viéndoles, me di cuenta que siempre se ha de hacer lo que a uno lo que apetezca, y que no importa que todo un vagón de tren te tache de loco.
Y ellos nos invitaron a comer jamón, que traía Sandra, y a beber cervezas y vi a Laura tan feliz, que por primera vez, me alegré de haber perdido ese maldito tren.
Teníamos pensado descansar dos horas, y así lo íbamos a hacer, pero antes, Laura tenía algo que decirme:
-“En verdad, no tenés tanta memoria”.
-“¿Por qué lo dices?”
-“Porque no te acordás de como nos conocimos”.
-“¿Cómo que no?, claro que me acuerdo, en la cola de los baños, en la carpa de Hofbräuhaus, me acuerdo como si fuera hoy”.
-“Si, eso sí, pero no sabes porque estaba allí”
-“Bueno, estabas con Martín, su otro amigo venezolano, ¿Cómo se llamaba?...
-“Raúl”.
-“Si eso, Raúl, y un grupo de alemanes también.”
-“Si, pero no has dicho porque estaba allí”.
-“Estabas como todos, supongo, para divertirte, ¿Por qué ibas a estar si no?”
-“Estaba allí porque el día antes, perdimos el último tren, y dormimos en la estación, y volvimos al día siguiente a las carpas y te encontré”
-“Tu sueles tener suerte cuando pierdes un tren” Dije con la más pícara de mis sonrisas. Ella hizo su típica mueca, de reproche, ya que eso para ella era una chulería, y odia mis chulerías. Sin inmutarse, siguió hablando:
-“Y me quedé los tres días que ibas a estar tu, mis amigos se fueron, y no me importó, porque vi algo en ti, en tus ojos que me dijo que me tenía que quedar”
-“No me dijiste que tú también te tenías que haber ido.”
-“No te lo dije, porque no me importaba. A la gente que es como yo no le importa tanto lo que tiene que hacer sino lo que siente que tiene que hacer, y a veces perdemos trenes." – Sonrió y sonreí.-“ Me conociste así, y así me has de querer”.
-“Y así te quiero”.
Y estuvimos dos horas en el hotel, pero no dormimos nada, ni falta que hizo.
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martes, 5 de abril de 2011
Perdimos el tren (V)
02:47
-“¿Vos tenés memoria?”
-“¿Y esta pregunta?” Me descolocó, porque después de tanto rato en silencio, ya no sabía qué tipo de conversación esperar, pero desde luego no esperaba que habláramos de mi memoria.
-“Responde, ¿tenés memoria o no?
-“No sé, normal, depende, nunca me aprendo la legislación, ni los efectos de los contaminantes, eso se me da mal, pero no tengo mala memoria creo.” Y cuando le contestaba, sabía que los tiros no iban por ahí, que nada le importaba lo que me costaba a mí aprenderme la legislación medioambiental.
-“¿Y recuerdas donde vivía yo el año pasado?”
-“En Frankfurt” me temía lo peor.
-“¿Y donde vivo ahora?” Laura dejó su beca en Frankfurt, por otra en Valencia, de menor cuantía, pero en mi ciudad, para estar conmigo, y yo se lo he agradecido miles de veces y le agradecía sobretodo que nunca había protestado, nunca hasta ahora.
-“En Valencia”.
-“Y vos te das cuenta, que tu vida es igual que lo era antes, tus amigos son los mismos, vas de compras al mismo sitio, cruzas las mismas calles para llegar a la universidad, sigues viviendo con tus padres…”
-“Tu ya no vivías con tus padres” La interrumpí, torpemente…
-“No es eso boludo”, y lo dijo con una media sonrisa, que me tranquilizó, aunque no tardo en volver a la carga…
-“Que parece que sólo yo di cosas, que si yo te pierdo, si lo nuestro se acaba, yo estaré ganando 500 euros al mes menos que el año pasado, en una ciudad que aún me es extraña, y habré perdido a la mayoría de amigos que tenía aquí en Alemania”.
-“Pero tú lo elegiste”
-“Si, pero no sabés el miedo que me da, poder haberme equivocado”.
Y pensé dos respuestas, que seguramente hubieran hecho las horas que faltaban para subir al tren bien diferentes; la que no dije: ¿y crees que te has equivocado?, hubiera desembocado en una tragedia, en un Vietnam emocional, porque sé que Laura, inició esta conversación con ganas de discutir, de mandarme a la mierda. A punto estuve de decirla, pero seguramente mi corazón fue más rápido que mi cabeza y otorgó a mis cuerdas vocales un tono firme, casi solemne, que sonó sincero, porque era sincero. Dije esto otro:
-“No te equivocaste” y en ese momento puse mis cinco sentidos en demostrarle que no se equivocaba, y a mí nunca se me dio bien hablar, pero hablé, desde el corazón, y dije cosas sinceras: “No te equivocaste porque nada ni nadie te va a hacer más feliz que yo, porque aunque no sea un loco, y aunque a veces me enfaden tus locuras, voy a estar siempre a tu lado, y si tienes ganas de llorar te ofreceré mi hombro, y secaré tus lagrimas. Si tienes ganas de reír, me pasaré horas haciéndote cosquillas, porque me encantas cuando te ríes. Y si quieres estar sola, me apartaré a un lado, sólo hasta que no me necesites, porque cuando vuelvas a necesitarme, volveré a estar ahí. Buscaré agujas en pajares, una piedra en el desierto, o una lágrima en el mar, si con eso te hago feliz, porque mi mayor deseo en esta vida, es ese, que seas feliz”.
Y Laura lloraba, y me dio su mano, la cogí con fuerza, y después de muchas horas en aquella estación, sentí que todo era igual, que su mano era la de siempre, volví a sentirla mía. La miré, y vi que sus ojos me seguían matando como el primer día y ella dijo, justo lo que más ilusión me hacía oír:
-“¿Me das un mordisco?”
Y se lo di, y allí estuvimos dándonos mordiscos y acariciándonos, riendo juntos, enredando otra vez su pelo en mis dedos, y no podía ser más feliz.
Porque hacía un año que estábamos juntos, y porque ese había sido el año más maravilloso de mi vida.
-“¿Vos tenés memoria?”
-“¿Y esta pregunta?” Me descolocó, porque después de tanto rato en silencio, ya no sabía qué tipo de conversación esperar, pero desde luego no esperaba que habláramos de mi memoria.
-“Responde, ¿tenés memoria o no?
-“No sé, normal, depende, nunca me aprendo la legislación, ni los efectos de los contaminantes, eso se me da mal, pero no tengo mala memoria creo.” Y cuando le contestaba, sabía que los tiros no iban por ahí, que nada le importaba lo que me costaba a mí aprenderme la legislación medioambiental.
-“¿Y recuerdas donde vivía yo el año pasado?”
-“En Frankfurt” me temía lo peor.
-“¿Y donde vivo ahora?” Laura dejó su beca en Frankfurt, por otra en Valencia, de menor cuantía, pero en mi ciudad, para estar conmigo, y yo se lo he agradecido miles de veces y le agradecía sobretodo que nunca había protestado, nunca hasta ahora.
-“En Valencia”.
-“Y vos te das cuenta, que tu vida es igual que lo era antes, tus amigos son los mismos, vas de compras al mismo sitio, cruzas las mismas calles para llegar a la universidad, sigues viviendo con tus padres…”
-“Tu ya no vivías con tus padres” La interrumpí, torpemente…
-“No es eso boludo”, y lo dijo con una media sonrisa, que me tranquilizó, aunque no tardo en volver a la carga…
-“Que parece que sólo yo di cosas, que si yo te pierdo, si lo nuestro se acaba, yo estaré ganando 500 euros al mes menos que el año pasado, en una ciudad que aún me es extraña, y habré perdido a la mayoría de amigos que tenía aquí en Alemania”.
-“Pero tú lo elegiste”
-“Si, pero no sabés el miedo que me da, poder haberme equivocado”.
Y pensé dos respuestas, que seguramente hubieran hecho las horas que faltaban para subir al tren bien diferentes; la que no dije: ¿y crees que te has equivocado?, hubiera desembocado en una tragedia, en un Vietnam emocional, porque sé que Laura, inició esta conversación con ganas de discutir, de mandarme a la mierda. A punto estuve de decirla, pero seguramente mi corazón fue más rápido que mi cabeza y otorgó a mis cuerdas vocales un tono firme, casi solemne, que sonó sincero, porque era sincero. Dije esto otro:
-“No te equivocaste” y en ese momento puse mis cinco sentidos en demostrarle que no se equivocaba, y a mí nunca se me dio bien hablar, pero hablé, desde el corazón, y dije cosas sinceras: “No te equivocaste porque nada ni nadie te va a hacer más feliz que yo, porque aunque no sea un loco, y aunque a veces me enfaden tus locuras, voy a estar siempre a tu lado, y si tienes ganas de llorar te ofreceré mi hombro, y secaré tus lagrimas. Si tienes ganas de reír, me pasaré horas haciéndote cosquillas, porque me encantas cuando te ríes. Y si quieres estar sola, me apartaré a un lado, sólo hasta que no me necesites, porque cuando vuelvas a necesitarme, volveré a estar ahí. Buscaré agujas en pajares, una piedra en el desierto, o una lágrima en el mar, si con eso te hago feliz, porque mi mayor deseo en esta vida, es ese, que seas feliz”.
Y Laura lloraba, y me dio su mano, la cogí con fuerza, y después de muchas horas en aquella estación, sentí que todo era igual, que su mano era la de siempre, volví a sentirla mía. La miré, y vi que sus ojos me seguían matando como el primer día y ella dijo, justo lo que más ilusión me hacía oír:
-“¿Me das un mordisco?”
Y se lo di, y allí estuvimos dándonos mordiscos y acariciándonos, riendo juntos, enredando otra vez su pelo en mis dedos, y no podía ser más feliz.
Porque hacía un año que estábamos juntos, y porque ese había sido el año más maravilloso de mi vida.
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M'agrada escriure
El blog de la setmana (II)
Diarios de futbol
Que la premsa esportiva de l'estat espanyol és una basura no és cap secret. Tant des de Barcelona com des de Madrid, els pamflets esportius estan escrits per fanàtics dels seus equips, sense un mínim d'objectivitat, de qualitat i sense buscar cap recurs literari més que la comfrontació o el morbo.
Hi ha honroses excepcions, Segurola en Marca, alguns articulistes d' El País (sobretot Carlin amb els seus articles sobre la lliga anglesa) i poc més...
Així que com, amb quasi tot, si volem informació imparcial sobre futbol l'hem de buscar a Internet, i ahí Diarios de futbol és la millor opció.
Ja des del subtítol de la pàgina notes que açò és diferent. Apareixen cites, com per exemple una d'Albert Camus, que diu "Todo lo que sé de los hombres, lo aprendí en un campo de futbol" i moltes altres grans frases dites per futbolistes, entrenadors o escriptors.I
és que la principal diferència que trobes quan lliges un parell d'articles en este blog respecte als períodics tradicionals és que de seguida notes quela gent que escriu al blog, sap escriure.
Es dona informació des de diferents punts de vista, es tracten temes més allunyats de les llums mediàtiques, es fan analisis des de diferents punts de vista, i es deixa al lector traure conclusions, tot allò que no existeix a la premsa tradicional.
Es centra en l'actualitat i no parla de tots els equips, seria impossible fer-ho sense que la qualitat baixara, però cada article garanteix dedicació, anàlisi i no es tracten temes de passada.
Així que si t'agrada el futbol i vols llegir coses escrites per gent a qui li agrada el futbol, no dubtes en entrar. Si t'agrada el teu equip i vols seguir llegint coses escrites per fanàtics del teu equip, continua llegint la premsa tradicional.
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